2. EL MISTERIO DE DIOS NO ES RAZÓN, SINO EXPERIENCIA DE FE.

En la historia de la humanidad, el nombre de Dios siempre ha estado presente en todas las culturas, pero con diferentes imágenes y concepciones. “Así misma, la revelación de Dios no se da solamente en un pueblo o lugar, sino en todas las culturas y religiones en el cual el hombre y la mujer lo expresa con su propio lenguaje, con el testimonio y lo explica según su cultura y su propia época”1.

Según Kutschki, “Sobre Dios hablan la religión y la teología. Sobre Dios habla también la filosofía”2 . Pero la idea de Dios ha sido unos de los problemas filosóficos de todo tiempo, porque siempre se ha pensado como sustancia, ser absoluto, infinito, inmutable o creer que la totalidad del universo es el único Dios. Por tanto, el misterio de Dios en pura racionalidad o racionalismo esta lejos de la religión. “El Dios de los filósofos es el Dios que desde platón, se ha ocupado siempre la llamada teología natural y quien forjó los conceptos que hoy seguimos empleando erróneamente: la idea de lo bueno en sí, primer motor inmóvil, el ser perfecto, el ser realísimo, el absolutamente necesario, la sustancia primera, el ser del ente, la razón de todas las razones y lo absoluto. Toda esta concepción de Dios es muy abstracta y teórica”3. Por eso, esta idea de Dios para el hombre es metafísica e indefinida porque no le permite comprender su sentido en el mundo. Desde mi concepción pienso que esta idea de Dios ha llevado al hombre al ateismo, al no hallar sentido y explicación a su existencia y su misión en el mundo.

“El hombre realmente religioso no se identifica con el Dios de los filósofos, sino con el Dios vivo y vivificante, creador del cielo y de la tierra, es el Dios personal que esta cerca de nosotros, el Dios que se nos revela, sobre el sinaí, por sus profetas, por el testimonio y la palabra de su hijo, por los apóstoles y por la iglesia”4. Es el Dios que nos llama a la vida y al que tenemos que responder con el compromiso, el amor, la misericordia para dar sentido a nuestra vida. Mientras el Dios de los filósofos nos muestra una revelación de verdades absolutas, sobrenaturales como hoy lo entendíamos antes del Vaticano II como los milagros extraordinarios, de apariciones, fenómenos, es decir, pensar que Dios se nos revela en las apariciones y en las imágenes que percibimos por medio de los sentidos, doctrinas, verdades de fe.

Sin embargo, la verdadera revelación de Dios, es la que se da en la historia y en nuestra historia, y que hoy la debemos percibir no como milagros sobre naturales, externos, divino, si no como una experiencia interna que debemos interpretar a partir del Jesús de la historia para responder a los signos de los tiempos. El Dios de la revelación busca el deseo de la salvación que en nuestro contexto de América latina llamamos liberación. El Dios de Jesús es distinto del Dios de la sustancia infinita de los filósofos, porque es el Dios Padre que manifiesta su misericordia por medio del misterio de la salvación. Así mismo, el Dios de la religión puede ser experimentado en vivenciadas totalmente personales y comunitaria. Ya hemos señalado que la idea del Dios filosófico es abstracta y general.


1 Apuntes de clase de antiguo testamento con el P. Gustavo Baena.
2 Kutschki, N. (1967). Dios hoy: ¿problema o misterio? Ed. Salamanca: sígueme.
dios de los filósofos Pág. 15
3 Cf. Pág. 17
4 Cf. Pág. 17.


“Para comprender la fe en Dios afirma Kutschki, que es importante la reflexión o el pensamiento filosófico, para justificar y dar cuenta de nuestra fe. Es decir, para describir y explicar la revelación de Dios en la historia necesitamos del pensamiento filosófico para la inteligencia de la fe”5. No es para concebir el mismo Dios de los filósofos, sino para dar sentido y explicar con argumentos filosóficos la experiencia de fe, en otras palabras, no es decir, que creemos en Dios porque es amor, que en su hijo Jesucristo se hace camino, verdad y vida., éstas palabras en el pensamiento del hombre tiene el peligro de concebirse sólo como ideas, conceptos y no como experiencia de Dios.

Según el ateismo de Feuerbachc: “en pensar que Dios es una creación humana, fruto de nuestras proyecciones, de nuestros reflejos, calificación de una idea de Dios que esta en la mente, o atributos que sacamos del pensamiento, pero no de la experiencia”6. Error que ha cometido las religiones teocentricas al considerar a Dios como centro. Por tanto, el hombre sólo atribuyó atributos a Dios y no al hombre mismo.


Mi concepción de Dios que me transmitieron en mi infancia, la religión y la familia por un lado, fue un Dios con los siguientes atributos: divino, creador, milagroso, sobre natural, castigador, poderoso, altísimo, infinito. Atributos que me enseñaron de memoria y es especial me acuerdo de la definición que me dio la iglesia acerca de Dios en la preparación de los sacramentos al decir: “Dios es nuestro padre que esta en el cielo y en la tierra y en todas partes que premia los buenos y castiga a los malos”. Esta concepción de Dios era solamente racional, metafísico e inalcanzable, para la comprensión de la fe y se alejaba de mi realidad y de mi historia. En otras palabras, era una proyección de Dios inventada por la mente humana.

Por otro lado, me enseñaron una concepción de Dios transmitida de generación en generación por nuestros antepasados que entendieron la revelación de Dios según su propia época y cultura y que fue comunicada por descendencia familiar hasta hoy de la misma forma. No debemos pensar que Dios es un reflejo del hombre, sino al contrario que somos creación de Dios y por tanto, se revela él en nuestra interioridad cuando salimos de nuestra finitud al encuentro con el otro.

“Si la fe en Dios es una llamamiento y una respuesta, un dialogo entre Dios y el hombre, el hombre tiene que ser también interlocutor de Dios, que oye y entiende con su yo humano, pues de lo contrario Dios hablaría sólo consigo mismo”7. Si el hombre es interlocutor de Dios sólo nos queda seguir interpretando la revelación de Dios en nuestra realidad a la luz de la palabra y del Jesús histórico. De esta forma, el pensamiento filosófico entra en la experiencia religiosa no para absolutizar a Dios, sino para justificar nuestra fe.

"Dios no es un Dios de muertos sino de vivos cuando cristo habló del Dios de Abrahán, Isaac, y Jacob llamó enfáticamente a este Dios un Dios viviente"8.


5 Cf. Pág. 22.
6 Apuntes de clase de misterio de Dios.
7 Kutschki, N. (1967). Dios hoy: ¿problema o misterio? Ed. Salamanca: sígueme.
dios de los filósofos Pág. 22-23.
8 Cf. Pág. 23.


Un Dios viviente en la que su primera expresión de la revelación fue la significación común, motivada por una experiencia común que se genera por los testimonios que lleva a un compromiso ético común. Tal significación común entonces, se da en comunidad y para la comunidad como testimonio del amor, es decir, "salir de si al encuentro con el otro"9. Así mismo, el misterio de Dios se da no en un conocimiento abstracto, sino en el ser humano, cuando se rescata la dignidad de la persona humana como valor para Dios mismo.

La filosofía debe guiar la religión a la reflexión no hacia si mismo, sino en la tarea de promover un tipo de hombre comprometido con la justicia y la solidaridad con el mundo. Si sabemos que el tipo de hombre que promovió Jesús fue jugársela por todos, y no fue combatir con el diablo, como nos transmitieron nuestros abuelos, sino con el pecado, de romper con la finitud (entendida como ambición e intereses propios) del hombre para que salga de si mismo, al encuentro con el otro. Dios revela su voluntad y no otra cosa. Por eso, la voluntad la descubrimos cuando somos conscientes o sentimos que nuestros actos están en función del otro(descentralización).

El misterio de Dios lo debemos descubrir en la actualidad no sólo en la oración y en el culto, sino también en la experiencia de descentralización, es decir, en salir de nuestros propios intereses para pensar en los intereses de Dios, que es el Reino. Y de esta forma pensar en hacer presente hoy con el testimonio, el misterio de Dios en las comunidades campesinas, indígenas, negras, y urbanas que en medio de la pobreza, exclusión y marginación causada por los sistemas de muerte, luchan por un mundo más justo y fraterno.

En conclusión, el misterio de Dios es una experiencia de fe, interna que se descubre cuando el hombre sale al encuentro con el otro. Quiero poner como ejemplo: las comunidades campesinas que después de vivir el desplazamiento, el sufrimiento, la perdida de sus familiares, originado por los actores armados siguen con esperanza en retornar a sus tierras y lo hacen por medio de la organización, la solidaridad, la reconstrucción de la memoria de sus seres queridos, la resistencia, y su lucha por la verdad, la justicia y la reparación.

9 Apuntes de clase del P. Gustavo Baena. En historia del antiguo testamento.


Bibliografía

• Kutschki, N. (1967). Dios hoy: ¿problema o misterio? Ed. Salamanca: sígueme.
dios de los filósofos
• El ateismo de feuerbach
• Apuntes del P Gustavo Baena, introducción al Antiguo testamento e historia
de Israel. 2007.


NORBEY TAPIERO TAPIERO CMF

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