4. GLORIA AL PADRE, GLORIA AL HIJO, GLORIA AL ESPÍRITU SANTO: Doxología comunitaria de la liberación

“Si los oprimidos que creen concientizan el hecho de que sus luchas por la vida y la libertad son también las luchas del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo por producir el reino de la gloria y de la vida eterna, entonces tendrán más motivos para luchar y resistir. Estamos llamados a convivir y a entrar en la comunión trinitaria. La sociedad está llamada a transformarse a la luz de las relaciones abiertas e igualitarias que vigen en la comunión trinitaria, utopía realizada de todo caminar histórico-social. Si la trinidad es evangelio, entonces lo es especialmente para los oprimidos y para los condenados a la sociedad”1

Si en la lectura de Leonardo Boff, La trinidad, la sociedad y la liberación, se entiende la doxología como la experiencia de las realidades divinas expresada en alabanzas, acción de gracia, actitudes de respeto y de acogida alegre de los hechos que Dios llevó a cabo a favor de los hombres y mujeres, y teniendo en cuenta las difíciles realidades latinoamericanas de nuestro tiempo, me referiré en esta reflexión a doxología comunitaria de la liberación como la celebración o glorificación del Dios trino por parte de las comunidades que han experimentado su mano liberadora en las realidades de opresión, injusticia e indignificación.

En una realidad latinoamericana de pobreza y marginación se hace necesario ahondar en el misterio trinitario como modelo de comunión. “La Trinidad se comunica como Trinidad cuando se establece la comunión en la tierra. Se vive también como esperanza y se anticipa en esta esperanza cuando los oprimidos y sus aliados luchan contra las rupturas y las opresiones. La comunión trinitaria es fuente de inspiración, factor de protesta, paradigma de construcción”2. La inspiración hace que las comunidades se organicen en una plena comunión y resistan optando por una vida justa y digna, asumiendo la presencia reveladora de Dios trino como generadora de comunión, resistencia y liberación.

Si bien, la opresión y toda clase de injusticia oculta la gloria trinitaria, la Trinidad quiere introducir a todas las personas y a su mundo en esa misma vida palpitante y comunitaria. Padre, Hijo y Espíritu Santo se comunican como trinidad en la organización de aquellos que con su comunión y su vida buscan transformar su situación injusta, haciendo todo lo posible por implantar el reino y glorificar, así, al Dios único.

El Padre es también Padre en el proceso de liberación de los oprimidos. Recordemos que en la historia de Israel Yahvé es vivido como padre en la medida en que liberó al pueblo de la opresión. Es por tanto, que el Padre se presenta como el padrino y defensor de los pequeñuelos, de los que se encuentran totalmente desamparados y sin protección. El Padre de todos los hombres se hace íntimo a todos ellos, ya que, como engendrador de todos los bienes y especialmente de la vida, los defiende, los protege y hace suya la causa de los últimos de la tierra. El Padre se hizo más presente en aquellos en donde su filiación se ve más negada y atropellada. Solamente las personas liberadas de las opresiones pueden significar la paternidad y la fraternidad universal.

Jesús reveló al Padre en una práctica de liberación, actuando en nombre del Padre, asumiendo la libertad del Hijo y dándonos la conciencia de que somos también hijos e hijas en el Hijo. Jesús nos revela tres cosas importantes: en cuanto Hijo nos revela quién es Dios: es el Padre del Hijo y de todos los seres creados en él y por él. En segundo lugar, es Hijo en cuanto que se hace el mediador y el realizador del proyecto del Padre: anuncia el reino y lo anticipa en su hazaña de liberación. En tercer lugar, Jesús es Hijo porque comunica el amor del Padre a todos los hombres, especialmente a los pecadores y a los pequeñuelos; este amor es misericordioso porque nos libera de la esclavitud del pecado y nos devuelve a la libertad de ser hijo e hijas de Dios. Por otra parte, “todos los seres encierran rasgos del Hijo, son a su manera hijos e hijas en el Hijo. La dimensión filial tiene un rasgo trinitario”3. Esta dimensión filial de los seres se presenta como apertura de comunión hacia fuera, como auto-donación, como capacidad de revelación; es decir, ningún ser es cerrado, cada uno entra en una estructuración de sentido, recibe y da.

El Espíritu Santo es expansión y unión, es diversidad y comunión. , es amor que revela a los otros y se revela por los otros. Su acción penetra en la acción humana, potenciándola y haciéndola verdaderamente creadora. Lleva a la transformación y la nueva creación. “Cuando los pobres se concientizan de su opresión, se reúnen, organizan sus fuerzas, derriban lo tabúes que los mantienen sometidos, desenmascaran las normas que los estigmatizaba, denuncian proféticamente a los agentes de sus cadenas; cuando obligados a usar de la fuerza que no desean, se enfrentan con la violencia de los opresores y los derriban de sus privilegios y de sus puestos de injusticia; cuando se llenan de fantasía creadora y proyectan utopías de un mundo reconciliado, en el que todos puedan comer y abrirse a la gratuidad de la vida, entonces podemos decir: allí está el Espíritu en acción y en fermentación dentro de la historia conflictiva. Estos procesos históricos vienen preñados de Espíritu. Toma mil rostros en todas esas articulaciones. Ha hecho de los rostros humanos transfigurados o humillados su propio rostro divino”4.

Para mi, hablar de Doxología comunitaria de la liberación es ver a nuestros pueblos latinoamericanos como comunidades abiertas al misterio de la comunidad trinitaria. Comunidades que resisten, que valoran y defienden su identidad y su cultura, que viven la comunión desde la solidaridad, el amor, pero también desde la resistencia, el reclamo de sus valores, de su dignidad, sus derechos, su tierra, su pasado, su presente y su futuro. Abiertos a la comunión del misterio trinitario y a su glorificación las comunidades afro, indígenas, comunidades campesinas y populares se abren al acontecer del misterio trinitario y agradecen glorificando a Dios y posibilitando su reino de vida y amor. “Cuando el misterio se revela, manifiesta la gloria del Dios Trino. Gloria consiste en la manifestación de Dios trino tal como es, implica mostrar su presencia, la cual es la existencia potenciada, entregada, comunicada. A esta presencia percibida, las personas responden con alegría, con la fascinación y con el sentimiento de estar salvadas y llenas de gracia. La gloria de Dios es el hombre vivo, redimido, el pobre reintegrado en su justicia y en su derecho”5.

La relación con Dios entre los afro-descendientes se manifiesta a través de mediaciones. La celebración es el lugar privilegiado donde se realiza la experiencia de Dios. En ella se unen el ritmo, la música, la danza, los colores vivos y la alegría. El cuerpo y el sentimiento son lenguajes que expresan la comunión con Dios. Es una herencia espiritual que caracteriza la identidad afro. A esto se une también la relación de Dios entre nuestros hermanos indígenas, para vivir de manera celebrativa con mitos, ritos y sabiduría, propia de las distintas actividades que los ancianos y sabios interpretan para su comunidad y que celebran juntamente. También comunidades campesinas celebrando su comunión con Dios a través del amor a la tierra, sus danzas, colores, aromas, flores, frutos, producto del trabajo fuerte en el campo. Comunidades populares en marcha por la paz, agradeciendo a Dios por su presencia vivificante y transformadora, con cantos y celebraciones.

Dios Padre y Madre convoca a hombres y mujeres a recibir de su gracia y a donarse a otros en una glorificación al ritmo del cantar de la vida justa y digna; a formar comunidad desde la misma comunión con Dios, que es único y vive la plena comunión.


(1)BOFF, Leonardo, La trinidad, la sociedad y la Liberación, Cap. 8:
Gloria alPadre, al Hijo y al Espíritu Santo.Colección Cristianismo y Sociedad.Ediciones Paulinas 1987, pp 194.
(2)Ibíd, pp 201.
(3)Ibid, Cap 10, pp 229.
(4)Ibíd, Cap. 11, pp 254-255
(5)Ibíd., Cap 9, pp 198

JHON JAIRO VARGAS PABON CMF.

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